"¿Por qué me torturas de esta manera?"
- Querida muerte
- 6 may 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 may 2019
Querida muerte:
Hola.
Mi nombre seguro ya lo sabes porque, por mucho que me duela admitirlo, te he llamado en numerosas ocasiones. Sabrás ya que te he visto como la solución. Pero, aún no logro entender por qué nunca acudes a mi llamado.
No miento al decir que a veces deseo que todo se acabe y se funda con la oscuridad de tu manto, porque duele ser yo, porque no he logrado encontrar otra salida. Y te sigues negando a ayudarme. Si el señor de barba blanca y aureola a quien debo visitar cada domingo no me ayuda, ¿qué otra opción me queda?
¿Por qué me torturas de esta manera?
Siempre he sido buena. Una buena hija, buena estudiante, buena amiga, buena hermana, buena nieta. He guardado todos los secretos que se me han confiado. He acatado cada orden al pie de la letra. He dicho todo lo que se me ha pedido. He mentido todo lo que se me ha ordenado.
Siempre perfecta. La niña ideal. Sabe tocar piano, violín, arpa y clarín. Nunca una mancha. Blanca, lisa, etérea y sumisa. Siempre la estatua digna de exhibir.
Al principio fue divertido recibir los halagos, los diplomas, los trofeos, los regalos. Pero con el tiempo, todo se tornó de un amargo gris. Un gris que contemplo cada noche, cuando llego de la escuela y mis padres no están en casa.
Un gris que aborrezco, que odio, que detesto. Pero nada he podido hacer para evadirlo. Es más fuerte que yo. Más ágil, más astuto. Y muy costoso, según mi madre, quien insiste en que lo trate bien y lo obedezca, porque el próximo recital está siempre a la vuelta de la esquina.
Era injusto que no me tomara mis clases de piano con seriedad luego de que mis padres invertían tanto dinero en pagar a aquel gris con corbata asqueroso, de dedos largos. Y bien sabía yo qué tan largos eran, pues habían recorrido ya cada centímetro de mi cuerpo en repetidas ocasiones. Aquella silueta gris que se abalanzaba sobre mí al momento de poner un pie en la casa.
Es en esos momentos cuando siento que, tú piadosa muerte, eres la única capaz de salvarme de este tormento, que me duele y mancha mis bellos vestidos y el tapiz de las paredes.
¿Así de mala eres que me obligas a continuar mis clases de piano?
Por favor, ya no quiero tocar más música, ni que me toquen. Sólo quiero irme. Quiero descansar. Dejar de ver gris.
No puedo más.
-M.A
@mayis942
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